Como os dije en una de las últimas publicaciones (hace mucho tiempo, lo sé) a veces encontramos pequeños tesoros. Objetos que otra gente desecha y olvida. El cabecero de esta cama era un banco de jardín. El tiempo, el desuso y la humedad del mar habían dado a la madera unos colores maravillosos. Desmontar la parte delantera que estaba en muy mal estado y quitar algo de óxido fue todo lo que hubo que hacer. Y este fue el resultado, espero que os guste.
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